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Verónica Llorens

...la gratitud es una emoción muy intensa que nos permite recordar lo positivo.


Hace unos días una amiga me envió un artículo de La contra del periódico barcelonés "La Vanguardia", en él le hacían un reportaje a Rébecca Shankland, responsable del título Psicología Positiva en la Universidad de Grenoble.

Ya desde el título me gustó: “Nos habituamos a lo bueno y dejamos de agradecerlo”, porque me sentí reflejada. Estuve al borde de la muerte sin quererlo o queriéndolo varias veces en mi vida, entonces aprendí a verla desde otro punto de vista y me dí cuenta que tenía más de lo que yo creía y pensaba, así que el significado/precio que le comencé a darle a todo se fue modificando poco a poco. Quería sentirme rica y plena, pero para esto tenía que trabajar día a día y no caer en el maremagnum del pesimismo habitual.

En el artículo que leí dice: "Pero sabemos que esa tendencia a valorar las opiniones negativas es mayor en los individuos que se sienten intelectualmente menos seguros de sí mismos. Lo mismo ocurre con la gratitud, hay que ser humilde e inteligente para asumir que la vida no nos

debe nada, y así el mínimo gesto de bondad ajena se convierte en un regalo. Agradecer nos refuerza y refuerza al otro."

Para Shankland la gratitud puede cambiar la sociedad.

Así que manos a la obra, hoy me puse a practicarla:

-Agradezco a mi familia, la grande, la que es más de 100 individuos, que no sabemos bien bien quien es hijo de quien o marido de cual, pero nos sabemos que tenemos algo más que la sangre o el ADN que nos unen. Por sus muerte, nacimientos, cumpleaños (un par de ellos de 100 años) que se celebran por todo lo alto, por los secretos que hay celosamente guardados, y el amor a la patria que se defiende con uñas y dientes.

-Agradezco a las ardillas que pasan por los pinos de delante de mi ventana cada mañana para encontrarse con otros del vecindario en los cipreses donde comen, se lavan, descansan y se sienten seguras de que hoy es el primer día del resto de sus vidas. Y me enseñan a soltar los miedos y preocupaciones porque si a ellas que son tan pequeñas y frágiles y van tan aireadas y ligeras, ¿cómo a mi me puede pasar algo peor que a ellas el día de hoy?.

-Agradezco al Choro, al pequeño conejo de 6 meses que le trajeron los reyes a Joaneta, que hace casi un mes tubo un accidente y ha quedado muy reducido, pero que así y todo le pone todo su energía para seguir viviendo. Y me enseña que valore su decisión de quedarse así como está con nosotros, en casa, y que le tenga paciencia, y le cuide.

-Agradezco a mis dos hijos y a mi pareja porque son mis cómplices en este momento de la vida. Sé que me entienden con solo mirarme, que saben si estoy triste, pensativa, con ganas de estar sola, o que me los comería con patatas crudas. Porque somos completamente diferentes y tenemos que aprender de las diferencias que más nos molesta del otro y todo esto sin morir en el intento...

Y gracias a Dios me doy cuenta que la lista puede ser muuuuy larga porque como dice esta psicóloga cuanto más practicas mayor es tu conciencia de gratitud.

Invito a practicar, gracias!.

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