Además de los nutrientes, del aire y de la energía vital, existe una forma de energía que juega un papel fundamental en el equilibrio energético del organismo. La podríamos definir como "espiritual" y que fluye por el cuerpo energético y por el físico. Esta energía fue llamada PRANA por los antiguos hindúes (aliento de vida) por ser dinámica y vitalizante. Se distribuye y actúa a través de un sistema energético formado por unos centros llamados chakras. Aunque esta energía podría confundirse con el chi, se diferencia de él porque el flujo se ve directamente afectado por la personalidad y las emociones de la persona, así como por su desarrollo espiritual. Sin embargo sus efectos no inciden sólo a nivel espiritual, sino también a nivel físico a través de las glándulas endocrinas y, termina afectando nuestros órganos vitales.
A través de los textos sagrados los Vedas la tradición yóguica hindú describió el prana y su sistema de chakras. Solo hace unas décadas que llegó este conocimiento al mundo occidental.
Los maestros de yoga afirmaban que toda fuerza se basa en el prana: la fuerza de la gravedad, la de atracción, la de repulsión, la electricidad, la radioactividad y que sin prana no hay vida porque es el alma de todo. Lo que existe es un simple vehículo de prana.
Es bueno saber que el polvo, el humo y la niebla reducen el prana del aire. Las cargas eléctricas estáticas negativas de algunos tejidos o el aire acondicionado reducen el número de iones negativos de las personas. Por el contrario, el sol o las masas de agua en movimiento, como el mar, favorecen la ionización y aumentan el nivel de prana del aire. Por eso nos sentimos tan llenos de vida cuando estamos cerca del mar, al lado de una fuente o después de llover cuando la atmósfera se ha descargado de electricidad estática
De todo el prana que colma el universo, el que se encuentra en nuestra mente y en nuestro cuerpo es el que tenemos más disponible y lograremos su armonía controlándolo a través de la calidad del pensamiento.
